martes, 20 de noviembre de 2007

Restituyamos a la comida su rostro humano



Editorial Newsletter nº5 de Terra Madre. Para leer contenido completo pincha aquí

Community Supported Agriculture, mercados campesinos, Amap o grupos de compradores solidarios: llámense como sea, representan todos ellos formas nuevas de economía local, de economía alimentaria. Sí, economía alimentaria, economía gastronómica, porque han apostado por la recuperación de las condiciones de los productores y también por las que afectan a los coproductores (ver sección sobre los coproductores, n. del r.). Dos figuras que se han alejado en una cadena alimentaria que en el curso de los últimos 50 años se ha progresivamente despersonalizado, alargado, ocultado, a veces hasta el límite de lo misterioso. Con el resultado de que quien produce los alimentos y quien los come han dejado de conocerse, hablarse, verse, estrecharse las manos.

Si la comida es cultura, es identidad, ¿cómo puede no permanecer lo más directamente posible vinculada a quien le ha dedicado tiempo y cuidados para que finalmente llegara a nuestras mesas? Creo que esta exigencia de una mayor humanidad en el seno del mundo de la comida, se hallaba presente ya en el manifiesto fundacional de Slow Food, que exaltaba la sociabilidad y un enfoque más slow a las relaciones humanas. Ahora, con Terra Madre, está todo más claro.

Pero acortar esa cadena no significa sólo acercar a los principales sujetos implicados en la alimentación, significa construir economías locales más prósperas, significa respetar más el ambiente, significa crear cultura con respeto por las diferentes identidades. La red de Terra Madre debe incluir entre sus objetivos principales justamente esto: restituir a la comida su dimensión humana para que pueda devenir, o volver a ser, un instrumento ecológico y de placer, de rescate social y económico.

Acortar la cadena no significa formar filas contra la gran distribución, significa construir una alternativa real al sistema global de la comida, que ha perdido en primer lugar su dimensión humana. No significa hacer la guerra a algo o a alguien, sino construir la paz, porque la comida es la diplomacia de la paz. Y salvarla, preservarla en sus dimensiones culturales, sociales y ecológicas, significa trabajar por algo que vaya realmente en busca de un mundo más feliz.

Siempre a partir, slowly, de nuestras comunidades, de quien y con quien nos hallemos más cercanos.


Carlo Petrini

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